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"La televisión ha hecho maravillas por mi cultura.
En cuanto alguien enciende la televisión, me retiro y leo un buen tebeo".

(Groucho Marx, de niño)


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lunes, 14 de junio de 2010

LOS MANGAS, OH LA LA, LOS MANGAS (II)


15 de junio de 2010
Llego con una extraordinaria tardanza a esta cita aunque, a fin de cuentas, llego.
Hoy sigo con los mangas, que van para rato, y me voy a dedicar íntegramente a uno de los títulos más míticos del manga. Si digo, "¡dame tu fuerza, Pegaso!", sobran todas las presentaciones.
Recuerdo con total nitidez el momento en el que conocí por primera vez el mundo creado por Masami Kurumada. Como para todos, o quizá la mayoría, la toma de contacto se produjo primero en la televisión que en el papel. Era un domingo, en mi pueblo, en casa de mis abuelos, a eso de las 14:30 horas, en TVE 1, y para mi sorpresa, apareció en la pantalla un tipo ataviado con una armadura de aspecto felino que era inflado a palos por otro tipo, también con armadura, en cuyo casco lucía un cuerno. Con un ritmo trepidante y una música en plan gesta de titanes, una voz en off decía algo así como que "los caballeros, después de años de duro entrenamiento, habían regresado a Japón para librar el gran combate por la armadura de oro". Ahí quedaba eso. Con el tiempo, supe que aquellos dos que se daban palos eran el caballero del león y el caballero del unicornio -un poco fantoche el tío-, y que se trataba en realidad del tercer episodio de la serie que, desde ese mismo instante, me había cautivado.
Las aventuras de los caballeros duraron poco en horario de domingo y fueron llevadas al sábado por la mañana. Yo me apunté al cambio y me aprendí pronto aquello de: "caaaaballeros del zodiiiaaacooo, coooontra laaaas fueeerzas demooooniaaacaaaas...", pero los de la tele, sólo por tocarnos un poco las narices, nos dieron de lado y dejaron de emitir la serie al noveno o décimo capítulo. Así que yo, como muchos, me quedé con las ganas de más, más y más.
Pasó algún tiempo hasta que me volví a encontrar con la obra de Kurumada, de nuevo en la televisión. En esta ocasión fue en el canal Telecinco, en el programa VIP guay, y, ahora sí, se proyectaron los ciento y pico capitulos del tirón, para deleite de forofos. Yo los vi todos, menos uno, que transcurría en la casa del caballero de Virgo. Me jodió bastante perdérmelo y ello fue debido a que extravié una carterita en la que llevaba las llaves de casa y unas cinco o seis canicas. En aquellos tiempos nos divertíamos con poco. Menos mal que, tras echar la serie, volvieron a reponerla de seguido, dado el éxito cosechado. No sé explicar qué significaba para mí aquella historia. Creo que es algo así como un trocito de mi infancia, un trocito bastante heavy por cierto. Porque así, visto con tiempo y perspectiva, lo que se narraba en ella era bastante fuerte, por no decir cruel, e incluso sádico en ocasiones. Si no, basta con recordar cuando Shiryu se revienta los ojos para poder enfrentarse a Argor, de la constelación de Perseo, que con su escudo de la Medusa, convierte a todo el que lo mira en piedra. Sangre, sangre y más sangre. O, simplemente, basta con revivir cuando un caballero de bronce se le ponía chulo a un caballero de oro y éste, sin previo aviso, le lanzaba por los aires de un sopapo. Todo ello resultaba impresionante para una personalidad impresionable como la mía.
De todos los personajes yo me quedo con el dragón. No sé si por su pelazo, a lo bajista de Manowar; no sé si por su dragón tatuado en la espalda -que todos hemos querido tener impreso en la nuestra-; porque su armadura poseía el puño más poderoso y el escudo más resistente -hasta que llegó el cantamañanas de Seiya y se los cargó-; o porque cuando soltaba aquello de "La fuerza del dragón" se le ponían a uno de corbata. El caballero del cisne tenía también su cosa. Eso de helarlo todo con el "polvo de diamante" no deja de ser práctico, sobre todo si te vas de botellón. Y, por supuesto, Ikki..., joder con Ikki, la mala leche que se gastaba el tío. No me olvido de Seiya ni de Shun, que con aquello de las cadenas tenía también lo suyo. Luego llegarían los caballeros de plata, los de oro, la saga del país helado y la guerra contra Poseidón. Yo me quedo con aquellos caballeros de Asgard, tan chulos: Siegfried, Hagen y compañía.
Con este apasionamiento es lógico que cuando se publico el cómic acudiera como loco a comprarlo. Recuerdo que la cita era semanal y que yo esperaba todo el mes para comprarme los cuatro números correspondientes de un tirón. Y así me sabían a más. Debo reconocer que visto con tiempo, el cómic tiene algo raro, que no sé describir bien, pero los dibujos son bastante buenos, el ritmo narrativo muy correcto y el guión, pues, el guión... es lo que más engancha de todo. Además, el tebeo me ayudó a comprender algunos aspectos que en la serie animada no quedan muy claros o que, yo al menos, no los recuerdo así. Igual estoy equivocado, ya que escribo de memoria, pero no recuerdo que se contara que, en realidad, todos los niños del orfanato a los que se envía a los lugares más "exóticos" en busca de las armaduras de bronce, son en realidad hermanos, hijos todos del señor Kido, que se revela así como un auténtico pichabrava.
No he sido de OVA´s ni de figuritas Bandai, pero he disfrutado mucho con el tebeo y con la serie. En el último FAN (Festival de Anime de Navarra - Nafarroako anime jaialdia), en su octava edición, los organizadores, Blanca y Juan, han traído hasta aquí algunas series de aquella época, entre ellas, Transformers, Dragon Ball, Campeones, Chicho Terremoto -este cabroncete aún me hace gracia-, además de dedicar atención al maravilloso universo Ghibli. Y, con muy buen criterio, se incluyó un guiño a Kurumada, con Saint Seiya: The lost canvas, serie de 13 capítulos, producida en 2009 por TMS Entertainment. Tengo que reconocer que en esta versión los personajes "de toda la vida" -expresión muy de aquí- están un poco "metrosexualizados" y que la Sta. Kido, vamos, Atenea, se presenta con una pinta un poco escuálida. No deja de ser, sin embargo, una buena dosis para los nostálgicos.
Kurumada ha hechos más cosas, sin duda, pero ninguna como aquella. Conozco otra serie, titulada Silent Knight, pero no la he llegado a leer. Vaya, esto ha sonado un poco en plan Mazagatos con Vargas Llosa. Esta serie fue dada a conocer en el Museo del Manga que se comenzó a publicar a modo de anexo en los números de Los Caballeros del Zodiaco. Por esas páginas pasaron algunos títulos que luego fueron publicados como El lobo solitario y su cachorro o Bastard.
Dejo aquí un pequeño guiño a aquella época. Ya he dicho que mi favorito era el caballero del Dragón. Y sí, pensar lo que está dibujado, lo que se dice pensarlo... lo pensé alguna vez.