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jueves, 31 de marzo de 2011

Nausicaä del Valle del Viento


Mi primer contacto con la obra de Hayao Miyazaki fue en la infancia, con las series de Marco y Heidi y, muy especialmente, con la encantadora adaptación del clásico de Sir Arthur Conan Doyle, Sherlock Holmes, por la que siempre he sentido una especial debilidad.
Muchos años después, accedía a la obra Porco Rosso, formada por cuatro volúmenes en los que se recogía en forma de cómic el anime homónimo, estrenado en 1992. La cinta, de corte romántico y melancólico, no deja de ser una buena obra, entretenida, muy bien realizada, con una buena ambientación y magníficas escenas de combates aéreos y, aunque un tanto ñoña, no deja de resultarnos simpática, en especial su protagonista. Éste es un oficial de la aviación italiana, de nombre Marco Pagot, aunque atiende al pseudónimo de "Porco Rosso", en particular después de que se transformara en cerdo, "antes que ser un fascista". Expulsado por ello de la aviación, trabaja como mercenario, al mejor postor, limpiando los cielos del Adriático de los aviones piratas de la banda de Mamma Aiuto, que será ayudada en sus fechorías por el piloto norteamericano Donald Curtis. Tal y como sucede en el clásico relato La Bella y la Bestia, sólo un beso de amor, dado en este caso por la joven Fio, devolverá a Porco Rosso a su estado normal.
Esta historia de aviones y aeronaves se enmarca dentro de otras del género trabajadas por Miyazaki, y tiene en títulos como Laputa o Nausicaä del Valle del Viento sus precedentes más claros.
Debo reconocer que cuando vi en los estantes de TBO el primer tomo de Naussicaä, allá por 2001, no di crédito. Era la típica obra sobre la que uno a oído hablar y que se muere de ganas por leer. La idea de que se completase en seis tomos editados ese mismo año, contribuía a hacer de ella un plato muy atractivo. Así que no dudé en adquirir todos los ejemplares.
Recuerdo que en su momento me encantó, aunque, como todas las obras de Miyazaki, destile una cierta ingenuidad que, no obstante, no se corresponde con la realidad de lo que se nos narra. Esa misma sensación me producen otras obras posteriores de Miyazaki como La princesa Mononoke o El viaje de Chihiro, historias que yo nunca he catalogado en la categoría de "para niños", aunque los niños puedan verlas. En las obras de Miyazaki, incluso en las más infantiles como Mi vecino Totoro, subyace siempre un cierto existencialismo que las convierte en algo más profundo de lo que en apariencia se nos ofrece. Nausicaä es una obra compleja. No se me ocurre ni por asomo hacer aquí un resumen de la historia. El que quiera saber de qué va, que la compre y se la lea.
Lo que más llama la atención de Miyazaki, desde el punto de vista de creador de historias, es su capacidad para hilar, o mejor entretejer, infinidad de microrelatos que se enmarañan en una madeja sin fin en torno al relato principal. En este caso, el relato principal parece ser la realidad de un mundo post-apocalíptico, que ha superado una guerra, denominada "de los 7 días", y que, por ese incomprensible afán que tiene el ser humano por tropezar siempre en la misma jodida piedra, se ve enfrascado en una nueva guerra. En aquella de los 7 días fueron los "dioses de la guerra" -descomunales máquinas bélicas con apariencia antroporobótica- los que pusieron fin a todo, creando en su devastación una amplia zona de tierra contaminada en la que la vida es imposible, salvo para los insectos, liderados por los descomunales y titánicos Oms. En medio de esta situación, los reinos de la tierra, entre ellos Tormekia y Durku, se empeñan en ver quien la tiene más grande. Vamos, como la vida misma.
Nausicaä es la hija del rey del Valle del Viento, pequeño reino situado en una zona descontaminada, que, además de ser una magnífico piloto, parece poseer un don especial que le permite comunicarse con los seres vivos de la naturaleza, incluidos los Oms. Por supuesto, claro está, ello le hace ser una pieza clave en toda la historia porque de ella dependerá la salvación de todos, en especial cuando a uno de los antiguos dioses de la guerra le dé por ponerse a caminar de nuevo.
Nausicaä no está sola en su aventura. Cuenta con el apoyo de viejos amigos, como el Maestro Yuppa, y de nuevos compis, como Asbel, príncipe de Pejite.
Esta, como otras historias de Miyazaki, parece ser un viaje iniciático para la protagonista, que profundiza en su autoconocimiento a medida que avanza la historia. Además, el autor logra crear un universo personal, poblado por seres y personajes verosímiles. Hay un mensaje ecologista en esta obra, en la que se nos trata de concienciar sobre los efectos de la obra humana en la naturaleza, en especial la que deriva de las guerras.
Desde el punto de vista gráfico, la historia es muy notable. Mizayaki trabaja con estilo pulcro, que no escatima en detalles y que gana por la naturalidad en el tratamiento de los personajes y en el dinamismo de las escenas.
El manga se publicó en 1982 -allá queda eso- y el anime vio la luz dos años más tarde, siendo la primera película de Miyazaki en el ya mítico Studio Ghibli. Fue estrenada en los cines españoles en 2010.
Yo me quedo con el manga, que es magnífico. Quien no lo posea aún, que lo compre, sin dudarlo. No ya si uno es amante del manga; simplemente, si a uno le gustan los cómics. Es una de esas obras que se tienen que leer porque, sencillamente, enseña a leer cómics mejor.