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En cuanto alguien enciende la televisión, me retiro y leo un buen tebeo".

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miércoles, 11 de enero de 2012

Monster: cuando la condición humana deja de ser humana


Bueno, bueno, tras la resaca navideña, los turrones, las zambombas y los excesos propios de estos días (algunos impropios de cualquier día), vuelvo de nuevo aquí lleno de buenos propósitos para este nuevo año, como marca la tradición. Vayamos, pues, al asunto. 
Reconozco que fue por casualidad, gracias a una sección titulada “Museo del Manga” incluida en los diferentes números de Los Caballeros del Zodiaco, serie que por aquellos años me tenía literalmente enganchado, como a muchos, después de haberme hecho alucinar con la versión televisiva. En una de aquellas entregas se hablaba de una obra titulada Pineapple Army, realizada por el dúo Kayuza Kudo y Naoki Urasawa. No fue hasta tiempo después, en el Salón del Cómic de Barcelona, cuando adquirí el tomo de marras, publicado por Planeta de Agostini Comics, en el que se narraban las aventuras del instructor de combate japoamericano Jed Goshi. Es cierto que algunas de las historias narradas pecaban de cierta ingenuidad, aunque otras me resultaron especialmente interesantes. Tengo especial predilección por dos, “La verdad final” y “El cazador blanco”, no se muy bien por qué, la verdad. En cualquier caso, no se le puede negar cierta originalidad y, muy especialmente, un trabajo gráfico muy notable, gracias a la calidad de Urasawa.
Como tantas otras veces, el tiempo pasó, y lo dediqué a otros menesteres, sin saber que pasados los años Urasawa y yo volveríamos a coincidir, en esta ocasión gracias a una obra que, sencillamente, me parece una verdadera obra maestra del cómic. Estoy hablando, claro está, de uno de los títulos del manga más interesantes de los últimos tiempos, cuya publicación se inició en España en 2010: Monster
Esta obra, publicada originariamente entre 1994 y 2002 en la revista Big Comic Original, y que cuenta con una adaptación anime verdaderamente buena y literal, es adictiva. Se puede interpretar como la particular cruzada de un buen hombre, el doctor Kenzo Tenma, por enfrentar un terrible dilema: acabar con la vida de un monstruo cuya vida salvó él mismo. Tenma es un joven y prometedor médico que trabaja en el hospital Memorial Eisler de Dusseldorf. Prometido con la hija del director, la caprichosa Eva Heinemann, todo hace presagiar una meteórica carrera. Sin embargo, en un momento dado, es obligado a decidir entre intervenir a un político local o atender a un niño que acaba de ser ingresado con una herida de bala. Finalmente, opta por la segunda opción, y esta decisión, aparentemente médica y no exenta de dilema moral, será la desencadenante de toda una tragedia vital puesto que, sin saberlo no sólo ha condenado su futuro profesional sino que además ha salvado la vida de un verdadero monstruo. Este monstruo es Johan Liebheart, de origen checo, un niño transformado en un psicópata a través de un programa militar aplicado a niños en un siniestro orfanato de la RDA, el Kinderheim 511. Hay mucho más en la oscura biografía de Johan, cuyo perfil es una de las creaciones más inquietantes que he conocido, pero eso lo dejo para que lo descubra el lector. 
El personaje en cuestión sembrará el terror a su paso, muchas veces secundado por grupúsculos de extrema derecha, y Tenma, consciente de su terrible error, dedicará su vida a buscar al joven y a acabar con él. En esta tarea no estará sólo ya que contará con la ayuda de una serie de personajes, al tiempo que otros más se entremezclan en la trama argumental. Son especialmente importantes Anna, la hermana gemela y némesis de Johan, que bajo el nombre de Nina Fortner, luchará contra su hermano; Wolfgang Grimmer (o Steiner el Magnífico), periodista freelance y, en realidad, otro niño más objeto de los experimentos del programa militar; el bueno de Julius Reichwein, psiquiatra que además de acoger al pequeño Dieter, otro de los niños sometidos al programa, ayudará con especial énfasis a Tenma. Hay otros personajes como Rudi Gillen, psiquiatra que en su juventud coincidió en la universidad con Tenma; la mencionada Eva Heinemann, hija del director del hospital Memorial Eisler, prometida de Tenma, que vivirá su particular drama; Richard Braun, expolicía puesto sobre la pista de Johan que morirá trágicamente; Roberto, asesino profesional y secuaz de Johan; o Franz Bonaparta, psiquiatra y autor de unos siniestros cuentos infantiles que inician el proceso de lavado de cerebro de los niños sometidos al programa. Pero de todos los personajes secundarios me quedo con Heinrich Lunge, inspector de la BKA, oficina criminal alemana, que perseguirá obsesivamente a Johan, que en su particular odisea será acusado de asesinato, y que terminará jugando un papel decisivo en la caza del monstruo. Es este personaje uno de los más logrados de la trama.
Si algo tiene Monster es diversidad. No es una obra maniquea, de buenos y malos, sino que todos sus personajes presentan un perfil complejo. El bueno buenazo de Tenma terminará en ocasiones comportándose como una verdadera fiera sedienta de venganza. No hay duda que su personaje madura y evoluciona a consecuencia de las terribles circunstancias en las que se ve inmerso y de las decisiones que debe tomar. Grimmer, afable y encantador, es en realidad una maquina de matar, Steiner el Magnífico, que acojonaría a cualquier luchador de valetudo. El inspector Lunge, pese a su aparente frialdad emocional lleva a cuestas un trauma familiar mientras que la cándida Anna, que aparece como un ángel en la vida de Tenma, no es sino una niña atormentada, una víctima más del programa de lavado de cerebro junto a su hermano, cuya humanidad y atractivo personal llega en ocasiones a cautivarnos. Quizá, los personajes más lineales, que no por ello menos atractivos, sean el psiquiatra Julius y el niño Dieter, aunque éste último tiene lo suyo. Es más, casi llega a suicidarse tras ser “cautivado” por el hijo de la gran putísima, esto es, por Johan. 
Monster es una trama de microhistorias, de detalles argumentales que le conceden gran cantidad de matices. Quizá pueda parecer una historia larga, que podría concluirse antes, pero cuando uno termina de leerla, de disfrutarla, se da cuenta de que todo está donde tiene que estar y de que Ursawa a elaborado un trabajo redondo y sin fisuras. 
El tema de los programas militares para transformar la personalidad de los niños en la Europa del Este no es nuevo y nos conecta con las consecuencias sociales y políticas que siguieron a la Segunda Guerra Mundial, y al contexto de la Guerra Fría. Stieg Larsson lo trata en La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina, segundo título de la trilogía Milenium, donde se ahonda en la personalidad de Lisbeth Salander y de su siniestro padre. Es este uno de esos episodios de nuestra historia reciente que nos hace preguntarnos acerca de la verdadera naturaleza del ser humano. Y es que hay naturalezas humanas muy cabronas. 
Monster es un manga soberbio. Una historia magníficamente narrada. De esas que elevan el cómic a la categoría de arte. Quizá mis comentarios sean muy apasionados, pero recomiendo a todo el mundo su disfrute. No estoy hablando de la historia del manga sino de la historia del cómic y eso es mucho decir.