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sábado, 12 de marzo de 2016

Python Trip, un clásico de Mariel y Andrés Martín

A veces las cosas suceden porque tienen que suceder. Hace unas semanas me regalaron un ejemplar de Papel Vivo, el número 21, titulado Python Trip que, tras ojearlo, dejé aparcado en la estantería a la espera de sacar un momento para leerlo. Entonces estaba con otras cosas en la cabeza e, ignorante de mí, no caí en lo que tenía entre las manos. 
Fue al cogerlo hace unos días cuando lo comprendí. Al ver aquellas páginas, aquel dibujo, vi en él algo familiar. Sentí como una especie de dejavu gráfico. ¡Cómo no iba a suceder! Volví a leer los nombres de los autores y lo comprendí. Mariel y Andrés Martín... Mariel... Mariel... Ma... Mamen, la fantástica pelirroja de El Jueves, uno de mis mitos sexuales de juventud. Reconozco que a partir de ese momento afronté la lectura de Python Trip con otra perspectiva. Pero vayamos al grano. 
Una mano aparecida en la playa de Menton (Côte d´Azur, Francia); la búsqueda de Bronski, un gangster misteriosamente desaparecido; la consulta del doctor Delclos; Garvak y la secta de la hagiosofía; la turbada y turbadora Pat y su adicción a la mescalina; un guión bien construido y un dibujo sensacional son los ingredientes de esta historia que si bien no ha trascendido demasiado a mí me resulta muy interesante. Es uno de esos relatos para leer de un tirón, novela negra de la mejor calidad, cuya trama se va enmarañando y complicando hasta el desenlace final.   
Esto de la hagiosofía es un tema curioso, vinculado a las ciencias esotéricas que partiendo de la doctrina cristiana se centra en el estudio o, mejor, en el aprendizaje de los santos, de su divinidad y de sus poderes milagrosos. Pero precisamente por lo curioso y por la dosis de fanatismo que encierra termina convirtiéndose en algo terrible: “el orgasmo de la sangre”, la sangre y el dolor humano (ajeno, se entiende) como vía de acceso a la divinidad de los santos. Vamos, a lo Hellraiser pero con alas de cisne en vez de alas de cuervo. 
Al margen de la pedrada de la hagiosofía, las páginas de Python Trip son de una gran elegancia visual. Mariel se revela en ellas como una fantástica autora, precisa en los trazos, atrevida en los encuadres y en las perspectivas, culta en la recreación visual de un guión culto, donde la iconografía sacra campea a sus anchas a través de numerosos imágenes de santos, referencias cultistas y ocultistas al mundo del arte que, verdaderamente nos hace disfrutar mucho a los que sabemos distinguir a simple vista  a un San Sebastián de un San Cristóbal de una Santa Catalina de Alejandría. La elegancia del Modernismo está presente en muchas viñetas y ayuda a entrelazar realidad, imaginación y sueño en una historia realmente interesante.
Python Trip se publicó en 1981 como el número 21 de la colección Papel Vivo, uno de los proyectos más interesantes del cómic español de la década de los 70 y los 80, donde participaron autores imprescindibles como Carlos Giménez, Alfonso Font, Annie Goetzinger, Ventura y Nieto, Adolfo Usero, Juan Boix, etc. Ese mismo 1981, Mariel y Martín publicaron Contactos, recopilación de historias cortas de El Jueves, si no me equivoco. (Nota: incluir en cesta de la compra). Luego ya, Mariel desarrollaría el personaje de Mamen junto a Manel Barceló. 
Creo que Python Trip no sólo es un título interesante sino que se enmarca en una época formidable, aunque fluctuante, del cómic español. Queda envuelto en esa especie de patina de época que hace que sea producto de un momento concreto que no obstante, ha envejecido de maravilla y resulta a día de hoy una historia francamente buena. Tiene frescura, cierto desparpajo, un buen guión y un dibujo sensacional. No hay duda, al que le guste el buen cómic, que le eche un vistazo.