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miércoles, 30 de junio de 2021

Uzumaki, una obsesión gráfica de Junji Ito

Pongamos el caso, no sé, de un pueblo japonés costero llamado Kurouzu en el que la vida tranquila se ve alterada por una extraña maldición: la maldición de las espirales. Espiral va, espiral viene, y vuelta a vuelta con las espirales. Jamás imaginé que una línea curva que describe varias vueltas alrededor de un punto alejándose cada vez más de él daría tanto juego. Hay que joderse con las espirales. 

Pero es que una espiral, además de la susodicha línea curva que gira y gira hasta marear, es una sucesión creciente de acontecimientos. Y eso es exactamente lo que es Uzumaki: una espiral de acontecimientos trágicos en torno a las espirales. Vamos, para acabar cayéndose de la silla con tanta vuelta. 





Cuando de crío las dábamos en matracas nunca llegué a pensar que pudieran generar semejante pitoste en el ingenio de un autor. ¡Mangaka tenía que ser! Y es que esta forma tan presente en nuestro día a día (basta con echar un vistazo alrededor) ha generado una de las obras más siniestras y oscuras que he tenido el gusto de leer. Me la pasó un colega y, sinceramente, cuando empecé a leer sus páginas del revés, esto es, a la japonesa, me dije: “a ver cómo resuelve este argumento el colega Junji en un tomaco de este calibre”. Pues bien, como era de esperar, iluso de mí, lo resuelve.

La espiral determina obsesivamente el devenir del referido pueblo nipón, Kurouzu, de sus habitantes y, particularmente de Kirie Goshiwa, una jovencita que ha tenido la mala suerte de mudarse recientemente (creo recordar), y de su noviete, el pamplinas de Shûichi. A medida que vas leyendo cada uno de los capítulos, vas entrando precisamente en una espiral de situaciones, cada vez más sorprendentes e imposibles, que te arrastran irremediablemente en un juego entre autor y lector que se vuelve macabro en muchas ocasiones. Francamente, no sé quién está peor, si quien idea estas historias y las dibuja, o el que disfruta leyéndolas, pero lo cierto es que hay algo siniestro en todo esto.







No voy a ir de listo y hacer espoiler, pero quédense con esta palabra, caracolense, y prepárense para que las tripas se les encojan. ¡Vaya grima! 


A nivel argumental, la historia tiene mérito, porque pese a que parezca imposible, Ito va rehaciendo el universo creado aportando situaciones diversas a su cada vez más agobiante obsesión. Y aunque en ocasiones los capítulos se precipitan, el leitmotiv de la historia es consistente y persiste con situaciones cada vez más imposibles e inverosímiles, terroríficas y escalofriantes. Aunque siempre vendrá alguno diciendo aquello de que “pues a mí una vez me pasó...” o "yo sé de uno que...".

Gráficamente hay viñetas y páginas impactantes en las que los personajes y los paisajes se pliegan literalmente a la maldición de las espirales. La espiral se vuelve laberinto no sólo espacial sino también mental y llega un momento en el que la historia se torna agobiante y grimosa a más no poder.



Uzumaki es un viaje no al terror sino a su esencia misma, los temores que acechan a los seres humanos y las obsesiones que acaban arrastrándonos al laberinto de la demencia.   

Y para gozarla, aquí queda un documental del maestro en plena acción con algunas páginas de Uzumaki. Totalmente recomendable para unas luminosas y felices vacaciones playeras.