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lunes, 2 de agosto de 2021

¡Snikt!: un lobezno a lo Nihei

La fórmula es, sin duda, atractiva: Nihei, uno de los autores de manga más personales e interesantes, y Lobezno, el mutante más carismático y cojonudo de todos. No era la primera vez que oriente y occidente se unían, si bien los proyectos anteriores no habían cuajado del todo (por ejemplo, Kia Asamiya y Uncanny X-Men) y era cuestión de intentarlo de nuevo con uno de los mangaka de moda. Así que se propuso a Nihei salir de su zona de confort aunque, realmente, lo que hizo fue llevarse al bueno de Logan a dicha zona y hacerlo vivir una aventura al más puro estilo Blame-Biomega-Abara-etc. Y claro, me pudo la curiosidad. 


Con Logan no solo experimentó el ejército sino que experimenta todo el mundo, resultando algunos trabajos un forzado ejercicio argumental que, en ocasiones, resulta algo casposo, como el título Lobezno en la guerra civil española subtitulado Sangre, arena y garras (que solo falta, y olé), parido por Larry Hama y Marc Silvestri que leí por curiosidad y la curiosidad mató al gato. Temía por tanto que este ¡Snikt! (título onomatopéyico, tan habitual en el autor nipón, que en esta ocasión hace referencia al "desenvainado" de las garras del mutante) fuera un experimento fallido. Pero claro, el trabajo estaba en manos de Nihei y eso ya era de por sí una garantía de que, al menos gráficamente, merecería la pena. 

Como era de esperar, Nihei se lleva al personaje a su terreno, donde es un genio. Personalmente me gustaría ver algún trabajo suyo que se saliera de su particular universo, pero lo cierto es que nunca le he pedido a Iron Maiden que componga tangos, así que me parece lógico que el autor desarrolle su trabajo en un mundo que, por otro lado, le corresponde como creador. Es lógico, por tanto, que opte por adaptar al mutante a su mundo y no al revés. 

La historia comienza con Logan paseando por Nueva York, ufano y tranquilo, viniendo o yendo a hacer sus cosas de mutante, cuando así, por las buenas, sin previo aviso y con cierta alevosía, se topa con una joven llamada Fusa que, cosa normal, le pide que le dé la mano. Logan accede porque sí y de repente es teletransportado a Dios sabe donde con tan mala suerte que suelta la mano de la chica antes de tiempo. Esta aparece en una especie de bunker subterráneo y Lobezno se precipita por una megaarquitectura con vistas espectaculares a un inmenso páramo desolado. La bucólica escena es interrumpida por la aparición de una especie de monstruo mutante al más puro estilo Nihei y a partir de ahí la acción se desarrolla a ritmo de zarpazos, disparos y hostias varias sin solución de continuidad hasta el desenlace final. 




Logan es localizado y llevado a una especie de refugio subterráneo, donde Fusa y los supervivientes le explicarán qué sucede y para qué lo han traído, y ahí vamos. El lugar en el que se encuentra es el futuro de La Tierra, que ha sido devastada por el Mandato, que la atacó en 2047 (encontrándose ellos ahora/ entonces en 2058). Los mandato, que así se llaman los angelicos mostruosos, son en realidad una enfermedad mutante creada en un laboratorio con el fin de desarrollar un microorganismo capaz de descomponer de manera natural y segura los materiales tóxicos que envenenaban La Tierra. Dicho microorganismo se desarrolló a partir de bacterias de cepas comedoras de carne que, eso sí, en teoría respetaban el magro humano. Para albergar esta nueva forma de vida carnívora sintetizaron un contenedor -orbe- pero el bicho, una vez lo alojaron y como un amigo que se te apoltrona en el piso para unos días, adquirió inteligencia y dijo, a vivir que son dos días. De manera que dotándose de un cuerpo físico de aspecto zombiesco decidió darse el gran banquete a costa de las personas de este país llamado mundo deleitándose en la diversidad de sus sabores y olores. Para colmo, el virus es contagioso y muta a los humanos que lo contraen. Los mandatos no se reproducen sino que son reproducidos todos ellos por la Primogenitora, de manera que, como en toda colonia de bichos, si se acaba con ella, adiós al grupo. Y claro, y aquí es donde entra Logan, los mandatos y la Primogenitora solo pueden morir si se destruye el núcleo-orbe con un material concreto, sorpresa, sorpresa, adamantium. Resulta que escasea en La Tierra y Logan, que lo tiene para dar y tomar, es el arma perfecta para poner fin a tan macabra y curiosa situación.




Este argumento permite a Nihei deleitarnos con sus creaciones, con mandatos que han sabido generar todo tipo de aspectos, armas y capacidades, como volar, y página a página se suceden esos dibujos alucinantes que le caracterizan. La historia, como tal, no está mal, aunque es una excusa para que Nihei desarrolle su particular universo. Es, en cierto modo, un aquí te pillo aquí te mato pero, tras la primera lectura, en la que la trepidante acción te absorbe, se recomienda una segunda, tercera, cuarta o cuantas se quieran en las que uno se detiene en cada detalle, en cada viñeta, en esas arquitecturas imposibles, en esos escenarios pos apocalípticos y en esos monstruos que, en sí mismos, son un portento de diseño. 

El volumen, publicado por Panini Comics, recoge las cinco grapas que componen la historia, y, al dibujo de Nihei se añade el valor del color, de Guru eFX, que le da un punto. En conjunto, tratar de unir la estética y el ritmo del manga al del cómic de Marvel es complicado, algo así como la cuadratura del círculo, pero, en conjunto, el experimento no defrauda. Para los que somos fans de Nihei, la historia aporta una nueva línea argumental a su particular universo; y para los amantes de Lobezno, es una ocasión única para ver al mutante enfrentarse a nuevos retos. 

A disfrutar...