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martes, 26 de abril de 2022

La Divina Comedia de Oscar Wilde, de Javier de Isusi

Hoy vamos con un Premio Nacional del Cómic, ahí es nada; y encima, una especie de biografía gráfica del último año de vida de uno de los literatos más aclamados. El autor de esta joya, titulada La Divina Comedia de Oscar Wilde (Astiberri, 2019) es el bilbaíno Javier de Isusi (1972), que obtuvo por ella en 2020 el mencionado galardón.



El tomaco en cuestión lo vi por primera vez en una tienda de cómics de Madrid, donde simplemente lo ojeé. No sé por qué no lo compré entonces, pero algo se me quedó de aquel contacto, además del regusto a bocata de calamares y jarraza de cerveza, puesto que ya de vuelta al terruño decidí adquirirlo. Reconozco que no fue tanto el sugerente texto o la perspectiva de conocer los últimos momentos de un tipo como Oscar Wilde lo que me inclinó a leer esta obra sino más bien el aspecto meramente estético, es decir, gráfico, pues las aguadas de Javier de Isusi son impactantes. A partir de ahí y de esa capacidad de ambientar la historia, las peripecias del diletante irlandés me atraparon. Y es que reconozco que ignoraba los detalles de su biografía y, en particular, su encarcelamiento. John Sholto Douglas, noveno marqués de Queensberry, que quizá como aquel otro "decía con orgullo ser un bien nacido por lo cabezón con un forceps de plata", denunció a Wilde por mantener una relación indecente, esto es, sodomita, con su hijo lord Alfred Douglas. Aunque el escritor se defendió y contraatacó, todo estaba en su contra en una sociedad más o menos mojigata como la actual en la que "God save the Queen" y poco más. La sentencia poco edificante para nadie fue encarcelamiento y, para más inri, escarnio público. Durante casi dos años, Wilde vio apagarse su estrella, que no su talento, puesto que pudo escribir dos obras que se consideran maestras: De Profundis y La balada de la cárcel de Reading.  Tras varias idas y vueltas, acabaría sus días en París, donde todos lo conocerían como Sebastian Melmoth (por lo visto, un guiño literario).

Es precisamente este último tiempo parisino, transcurrido de junio de 1899 a noviembre de 1900, el que nos relata Javier de Isusi, arquitecto de formación, que irrumpió en 2004 con Los viajes de Juan Sin Tierra, y que con esta Divina Comedia, sencillamente, lo borda. Porque no es fácil construir un personaje tan extremo como Wilde, apuntalar su personalidad y su forma de expresarse, sus citas, ocurrencias y sentencias que daban siempre la nota de humor a las conversaciones en las que participaba, en ocasiones, para rubor y vergüenza de sus contertulios. Es precisamente esta una de las notas más meritorias de este trabajo monumental de documentación y síntesis hecho por el autor. 

Otro aspecto a destacar es la estructura de la obra, que resulta muy interesante desde un punto de vista narrativo ya que alterna pasajes de la biografía de Wilde con supuestas entrevistas a los personajes que lo trataron en aquellos días entre ellos los hermanos Machado o sus más íntimos amigos. Ello le da un curioso ritmo a una historia ciertamente compleja y en ocasiones un tono desenfadado y cordial muy propia del carácter del escritor, y que oscila invariablemente de la comedia al drama elevando la tensión emocional a costa de reventar en algún momento el tensiómetro o rasgar las páginas.   

Pero sobre todo, hay dos cuestiones que hacen este trabajo especialmente llamativo. Por un lado, la caracterización del personaje central que, efectivamente, resulta atractivo, sugerente, cautivador y también algo cargante y extravagante. Reconozco que nunca me ha atraído Wilde más allá de reconocerle la genialidad que me permitió sumergirme en El retrato de Dorian Grey, reírme con El fantasma de Canterville, y divertirme con los enredos de La importancia de llamarse Ernesto. Y ahora reconozco que tengo una deuda que saldar con él. Y, por otro lado, una notable ambientación en la que se nota la mano arquitecta del autor, con vistas generales, calles, interiores, perspectivas y detalles arquitectónicos con una aguada y entintado de trazo expresivo y descriptivo más que detallista que crea la atmósfera ideal. Una atmósfera en la que realidad, sueño y locura se dan la mano en pasajes de auténtica psicodelia químicamente inducida como ese viaje espiritual de tintes dantescos en el que el protagonista se embarca tras "charlar" con Rimbaud.



Me da la sensación de hacerme pequeño al hablar de cosas grandes, por eso, no voy a añadir nada más ya que poco puedo aportar sobre esta obra de Javier de Isusi, que ha sabido advertir esa estirpe dantesca en la obra y biografía de Wilde. Que los tres maestros, Dante, Wilde e Isusi guíen nuestro camino hacia el Infierno y, dicho en un tono wildeano, que allí nos espere una ronda de cervezas ya pagadas.