Búsqueda

"La televisión ha hecho maravillas por mi cultura.
En cuanto alguien enciende la televisión, me retiro y leo un buen tebeo".

(Groucho Marx, de niño)


Iruña Sumergida (Hurrikrane) Me interesa un ejemplar

Sacamantecas (Altu y Hurrikrane) Me interesa un ejemplar

miércoles, 20 de mayo de 2020

Vida en otro planeta, del maestro Will Eisner

Estas semanas de confinamiento me ha dado, imagino que como a muchas personas, por releer viejos cómics, más que por leer algunos nuevos, que también he hecho. Una de esas viejas lecturas ha sido Vida en otro planeta (Norma Editorial, 2011), del genial Will Eisner (1917-2005) que, como suele pasar cada vez que relees, me ha gustado mucho más. 




Debo reconocer (pero no lo contéis por ahí) que la primera vez que me enfrenté a un relato de Eisner no entendí su manera de narrar. Quiero decir que, acostumbrado como estaba a otro tipo de narrativa, a la manera de los tebeos de Bruguera o del manga japonés, se me escapaba algo. Lo cierto es que, ante aquellas páginas de una historia titulada “A river crime” y que en realidad formaban parte de un coleccionable de El País sobre el cómic, me estaba asomando a una nueva forma de narrativa, ese arte secuencial que el maestro llevaría a la categoría, efectivamente, de arte. Acostumbrado a que cada viñeta fuera una especie de fotograma, es decir, a un ritmo más lento, las páginas de aquella aventura de The Spirit me parecieron frenéticas y, sobre todo, de una ambientación subyugante gracias al dominio de las tintas. Creo que leí en algún lugar hace tiempo (y si no es así me corregís, que para eso estamos) que Eisner reveló que empleaba un bote de tinta por cada página. La verdad, no me extraña, porque en cada una de ellas hay un verdadero alarde ya no sólo de composición, sino de uso de la tinta en sus variadas formas. Y qué decir de aquellas portadas y primeras páginas, auténticos iconos de la historia del cómic. Ese uso de la tinta, esa capacidad de secuenciar las escenas hacen que sus ambientes parezcan reales y que el lector pueda, de algún modo, introducirse en ellas y convivir con los personajes. 

Vida en otro planeta fue publicado en 1978, en la época en la que Eisner se adentraba en el mundo de la novela gráfica de la mano de Contrato con Dios. Fue con estos títulos con los que contribuyó a la consolidación de un nuevo formato que ha ido madurando desde entonces.  

En realidad, Vida en otro planeta es una sucesión de situaciones, cada cual más absurdas y trágicas, que tienen su comienzo en la detección en un observatorio de Nuevo México, en los años setenta, de una señal proveniente del espacio. 


Una señal de vida inteligente. Este hecho, a lo Contact (Robert Zemeckis, 1997), dará pie a una sucesión de situaciones de lo más disparatadas (aunque terriblemente verosímiles) a través de la entrada en escena de diferentes personajes que encarnan diversos intereses económicos, políticos, personales, y que hacen de esta historia un auténtico pulp argumental donde la tragedia se masca a cada viñeta. Por supuesto, estamos en plena carrera espacial con la competencia entre los EEUU y la URSS, con espías, intrigas, amoríos, asesinatos, infidelidades, traiciones, bajezas, heroicidades, humillaciones, mamoneos, sobornos, matanzas, celos, ilusiones, decepciones, fracasos, y, en fin, todo lo que se nos pueda ocurrir, pues esa es la grandeza de Eisner, que escoja el tema que escoja, abre la caja de Pandora y nos muestra al ser humano en su más absoluta desnudez y miseria. Los personajes que pululan por las páginas son múltiples, pero los principales son Bludd, astrofísico al servicio de la CIA, y MacReady, directivo de la Multinational Corporation, genial personaje por lo miserable que es. Mención especial merece el detestable dictador de Sidiami, que en un acto de clarividencia decide declarar su nación bananera una colonia del planeta Barnard, del que procede la señal. ¿Y no hay empresas que actualmente ya están vendiendo parcelas en la Luna o en planetas del Sistema Solar? Cualquier día de estos una entidad bancaria abrirá una sucursal en Venus y domiciliarán en ellas sus cuentas todos los mangantes de los papeles de Panamá. Y si no, tiempo al tiempo. 

En fin, que se trata de una magnífica historia, con un sabor a los relatos de Raymond Chandler, Dashiell Hammett o John le Carré, contada con un tono tragicómico que en ocasiones recuerda las torpezas de Nuestro hombre en La Habana (Graham Greene, 1958), con ese arte secuencial trepidante y magníficamente expresado viñeta a viñeta, página a página, del genial Will Eisner. Muy recomendable. 

Dejo enlazados aquí dos interesantes reseñas a esta novela: 

Enlace 1 : RTVE

Enlace 2 : amrazgz.blogspot.com


No hay comentarios:

Publicar un comentario